Bosque de la periferia

Me encontraba rumbo a Genoes. Para llegar allí por fuerza tenía que cruzar el frondoso bosque que le acontecía, un bosque famoso por la madera de sus árboles y donde el sol de la mañana apenas llegaba a las zonas bajas debido a la fastuosa cantidad de hojas que le impedían pasar.
Llevaba dos días de viaje, intentaba evitar las zonas donde pudiera cruzarme con otras personas. Era la primera vez que viajaba tan lejos de mi pueblo natal y que dejaba solo a mi abuelo. No podía evitar preocuparme por él, al fin y al cabo era la persona que me había criado y la que me enseñó a manejar la espada, siempre me decía que para comprenderme a mí mismo hacía falta que viviera nuevas experiencias y que conociera otras formas de pensamiento intentando comprenderlos.
Desenvainé la vieja espada que mi abuelo me había regalado y me pregunté si tendría que usarla pronto. Lo único que tenía claro eran mis objetivos, unos objetivos que tal vez nunca se cumplieran y que me hacían pensar en la hipocresía de mi raza. Los Gurois, los que se creen el centro de todo lo que ha sido creado, autodenominados arquitectos del mundo…

-Tengo que descubrir la verdad, cueste lo que cueste, aunque tenga que arriesgar la vida…

Limpié la espada con un trapo y la volví a envainar mientras intentaba orientarme en ese espeso bosque

Caminando lentamente a través del espeso bosque, Reinhart se permitió distraerse un rato mientras se colocaba bien su gran arco en la espalda. Conocía bien este camino, pues lo utilizaba para entrar y salir de la ciudad cuando quería evitar atención indeseada. Después de todo, este lugar era de los pocos refugios que le quedaban en todo el continente.

Se sorprendió cuando encontró a alguien aquí, pues normalmente nadie pasaba por este bosque, oscuro y difícil de transitar debido a la vegetación. Se puso en guardia instintivamente, temiendo alguna emboscada, pero tan sólo vio a un Guroi que andaba en dirección contraria, mirando a su alrededor en busca de algo con lo que orientarse. Absorto en sus planes, Reinhart decidió pasar de largo, sin molestarse a ocultar su presencia. Génova quedaba lejos y no quería desperdiciar más tiempo del necesario. Ese Guroi debería salir del bosque por sus propios medios. Tampoco es que fuera demasiado difícil...

Siguió andando por encima de los branquillones y las hojas caídas, apartando los arbustos y avanzando en linea recta hacia el cruce que había a no mucha distancia de allí, donde tomaría el camino de la ciudad de los dioses.

*Reinhart hace un cameo y continua su camino *